El conservadurismo es a lo largo de su historia básica y fundamentalmente reaccionario. Aunque a día de hoy vivimos y sufrimos la versión más radical en forma de derecha desacomplejada dada a pulsiones xenófobas, individualistas, insolidarias y populistas, la realidad es que, en versiones más duras o más blandas según las circunstancias históricas, el conservadurismo resulta reactivo desde sus orígenes hacia cualquier noción emancipadora de los sectores populares. Nace contra la Revolución Francesa para demostrar resistencia y hostilidad hacia la posibilidad de que se rompiera el antiguo orden social, la posibilidad de revertir la sumisión de las clases subalternas. Para el autor del libro, el conservadurismo es la reacción teórica contra la capacidad de acción de las clases bajas, tal y como vio claramente el primer y principal referente de esta ideología, como fue el irlandés Edmund Burke. Para éste, la Revolución Francesa era una gran amenaza porque no sólo significaba una expropiación de la propiedad o una explosión de violencia, sino una inversión en las obligaciones de la deferencia, la jerarquía y el orden. «Los igualadores», afirmaba, «cambian y pervierten el orden natural de las cosas». Algunos conservadores avalan el libre mercado más estricto, mientras que otros defienden un estricto proteccionismo en nombre de la protección de intereses de la comunidad nacional. Algunos son radicalmente proestatistes, mientras que otros quieren la práctica desaparición del Estado. Resultan formas diferentes de defensa del poder y el privilegio contra aquellos movimientos que exigen libertad, igualdad y mayor cohesión social. Si algo distingue el conservadurismo es justamente su capacidad de adaptarse, de autotransformarse según las circunstancias y el momento.
A La mente reaccionaria. El conservadurismo desde Edmund Burke a Donald Trump (Capitán Swing, 2019), el profesor estadounidense de ciencia política, Corey Robin, hace un recorrido por los principales autores del conservadurismo más reaccionario en Estados Unidos, de cara a establecer las bases sobre las que se sustenta el movimiento y la cultura política que llevó Trump a la presidencia. A pesar de tener los orígenes el pensamiento más reaccionario en Europa -Hobbes, Burke, Maistre, De Bonald, Nietzsche, Schmitt, Oakeshott …-, habrá un fuerte desarrollo en Estados Unidos, estableciéndose una vía propia sobre la que trabajará el análisis de Robin. Es Fréderic Hayek quien lleva en Estados Unidos un pensamiento conservador a partir del cual se desarrollará y radicalizará, ya sea en su versión economicista ultraliberal con Milton Freadman y la Escuela de Chicago, como en un aspecto político con personajes tan pintorescos y sobrevalorados como Ayn Rand, o bien con Irving Kristol, Teddy Roosevelt, Barry Goldwater, Francis Fukuyama o Steve Bannon. Para el autor, el conservadurismo tiene las mismas pulsiones ya sea en su versión blanda o en su forma más reaccionaria, conformando movimientos poderosos a partir no tanto de la «conservación» sino de la noción de pérdida real o imaginaria. Como escribió Karl Mannheim, la os conservadores nunca les ha entusiasmado la idea de la libertad. Han hecho de la libertad tapadera de la desigualdad y de la desigualdad tapadera de la sumisión.