El retorno de la família Pujol

Desaparecieron de la escena un tiempo, no tenían más remedio que hacerlo. Todos sabíamos que era temporal. Dominaban momentáneamente su ego para no perjudicar Cataluña y su proceso político que ellos habían contribuido como nadie a poner en marcha, como habían hecho siempre. Pero era evidente que reaparecerían en poco tiempo para reivindicar su legado y, qué carajo, volver a dar lecciones morales y políticas. Con pocos días de diferencia, han reaparecido los Pujol. Oriol Pujol Ferrusola, juzgado y condenado por corrupción política, por salir de la cárcel gracias a una interpretación muy generosa de la normativa penitenciaria hecha, ¡oh sorpresa!, por sus correligionarios que la administran. Ni dos meses de prisión y poder ser beneficiario-exprés de la mayor generosidad y clemencia carcelaria. A esto se llama eficacia y capacidad resolutiva. Que les pidan a los miles de presos que hace años y años que esperan ser evaluados y obtener alguna rebaja en la aplicación de la condena. Se ve que en su caso ha tenido mucho que ver la buena conducta y no el ser quien es. Pero Jordi Pujol tampoco se ha resistido a hacer declaraciones sobre la situación política, dando consejos y continuar ejerciendo de gurú y referente de sus hijos políticos, que son muchos. En su mentalidad, Cataluña sigue siendo su predio y los múltiples casos de corrupción personal y sistémica que tenía organizados, poco más que pecados menores que sólo un Estado enemigo y los antipatrióticos han osado convertir en acusación judicial. Nada que enmascare ni empequeñezca su enorme papel histórico.

Resultat d'imatges de família pujol

Jordi Pujol siempre tuvo claro que la supremacía política y la extensión del movimiento nacionalista se debía sostener a partir de la conformación de un nutrido grupo unido por sus intereses. Evidentemente, disponer de una base social amplia en la que se accedía desde el gobierno y desde los medios, de carácter interclasista y, mayoritariamente, poco ubicada en el eje izquierda-derecha de la geometría ideológica. Pero lo que podía hacer imbatible al movimiento era disponer de una red unida por intereses en diferentes sectores, y muy especialmente en el territorio. En esto Jordi Pujol resultó brillante. Una tupida telaraña de empresarios, comerciantes y activistas nacionalistas estructurados y controlados por funcionarios de partido actuando como auténticos comisarios políticos que podían repartir cargos y encargos. Como buen planteamiento populista, se trataba de utilizar las debilidades humanas y crear un aparato denso y amplio que proporcionara un «modus vivendi» que siempre suele tener retorno en forma de lealtad. De todo ello se derivaba un comportamiento claramente caciquil que determinaba desde concursos de oposiciones hasta adjudicación de obras públicas, de concesión de encargos de todo tipo a poder figurar en listas electorales. Todo ello encabezado con un liderazgo indiscutido e indiscutible, con notorias formas de caudillismo autoritario. ¿Cómo es posible que este movimiento nacional-popular no sólo se haya mantenido, sino que se haya intensificado y radicalizado de tal manera los últimos diez años? No hubo una narrativa potente claramente contrapuesta. No se crearon estrategias contra-hegemónicas por parte de la izquierda catalana. Quizás tengamos que concluir que la combinación de intereses y de redención espiritual que aportaba y aporta la propaganda continúa, resultan imbatibles.

El nacionalismo pujolista más que un partido, erigió un potente movimiento del que se podía formar parte pese a tener énfasis diversos sobre los ritmos de consecución de la «plenitud nacional», donde era compatible incluso militar en otras propuestas políticas fuera CiU, pero que compartían con el núcleo duro de Pujol, las grandes verdades de país que se iban instituyendo. Esto implicaba la durante muchos años una organización menor como ERC, pero también a los grupos fragmentados del espacio nítidamente independentista e incluso algunos elementos de la burguesía a que los avatares del antifranquismo les había llevado a militar en el PSUC o al PSC. Así se fue construyendo un potente imaginario donde, lógicamente, la defensa de la lengua y de la cultura «propia» conformaba su pilar central a partir del cual se construía una «nueva Cataluña». Una alegoría de país que se legitimaba todo a través del recurso a un historicismo de carácter nítidamente romántico. Para una parte significativa de la sociedad catalana, con el reto independentista, Jordi Pujol está obteniendo su gran victoria, aunque todavía no lo puedan afirmar públicamente de esta manera. Al fin y al cabo, siempre será «uno de los nuestros». Esta es su lógica. Los mitos, incluso ganan batallas después de muertos.

 

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