Esta semana la popular plataforma de vídeos intrascendentes ha saltado a la crónica de sucesos. Una adicta usuaria ha entrado en sus oficinas de California y ha empezado a disparar contra los empleados, acusando a la compañía de perjudicar la difusión de los vídeos que colgaba, además de acusarles de falsear las visitas que obtenían, por fin de pagarle menos dinero del que habrían tenido que liquidarle. Aunque sólo hirió de bala tres empleados, la cosa terminó de manera trágica pues la chica, de una treintena larga de años, terminó por suicidarse. El hecho, aunque luctuoso, podría parecer anecdótico: una persona enloquecida que lleva a cabo un acto absurdo. Simboliza, sin embargo, algunas cosas. El estado de irrealidad, el mundo paralelo, en el que se instalan algunas personas creyendo en el predominio de lo que es virtual, y creyéndose con el derecho al pedazo de éxito y notoriedad que parece que todo el mundo puede y quiere adquirir en la Red. Para Najafi Agdham, que es la youtuber fallecida, la rabia que le provocó que la condenaran a la irrelevancia, se terminó por convertir en odio, pues creía que la compañía le había «arruinado la vida», ya que no valoraban adecuadamente sus patéticos videos haciendo abdominales, que colgaba en alguno de los diversos canales que tenía abiertos. También pone en evidencia que la «liquidación» de derechos que hacen plataformas como Youtube, a menudo es bastante diferente a la que se habían comprometido.
Como gran parte de los grandes negocios de la Red, Youtube nació para satisfacer una necesidad más bien frívola de unos jóvenes que pretendían un sistema sencillo para compartir y colgar vídeos personales en Internet. Los impulsores no eran ya estudiantes, sino unos ex-empleados de PayPal, sometidos a los impulsos creativos y emprendedores del Silicon Valley de comienzos de este siglo. Su explosión fue inmediata, aunque como modelo de negocio dejaba mucho que desear. Un servicio de alojamiento de vídeos que nació en febrero de 2005 y que colgó su primer video, Me at The Zoo en abril, relatando la experiencia de uno de los impulsores de la empresa en el zoo de San Diego. ¡Todo muy sugerente! Contaba con abundante financiación, como la de Time Warner, y su crecimiento rapidísimo se hizo mundialmente conocido cuando Nike lo utilizó como plataforma publicitaria con un video de Ronaldinho. Un año y medio después de su creación hizo unos de los grandes pelotazos económicos del mundo digital. Google los compró por 1.650 millones de dólares. Contaba con 67 empleados, 100 millones de vídeos y se colgaban 65.000 nuevos cada día, a cual peor. Un mundo lleno de spots publicitarios y vídeos caseros de adolescentes, atraídos además del estímulo de saltar a la fama de manera efímera, ante la posibilidad de hacerlos virales y conseguir ingresos. La empresa no hacía sino generar números rojos.
Google creyó en el proyecto y le dio un gran impulso, convencida la corporación de las grandes posibilidades de la plataforma, a pesar de las dificultades iniciales para su monetización. En junio de 2008, en Youtube ya estaban el 40% de los vídeos que se visualizaban en la Red. Y evidentemente surgieron los primeros grandes problemas en relación con la violación masiva de derechos de autor que practicaban. Viacom interpuso una larga y costosa demanda en este sentido, por valor de 1.000 millones de dólares. Youtube no ha terminado con la televisión, pero ha ido laminando los televidentes, que cada vez más afirman preferir esta plataforma, especialmente los más jóvenes. Se ha convertido en el segundo buscador más utilizado, después de Google, y es el tercer lugar en visitas. Cada minuto se suben 300 horas de video, mientras se visualizan, al mes, 3.250 millones de horas. Aun así, sigue sin ser todavía un negocio. Que el vídeo con mayor número de visualizaciones haya sido Gangnam Style -2.500 millones-, ya es bastante indicativo de la cultura dominante en esta plataforma. Según algunas estimaciones, una persona necesitaría unos seis millones de años para ver todos los vídeos que circulan por esta red durante un solo mes. ¡Que le aproveche!