La literatura japonesa actual dista mucho de agotarse con Haruki Murakami, aunque el clima y los personajes que crea esta escritora nos puedan evocar bastante al autor de Norwegian Wood. Estamos ante una novelista de larga trayectoria y de un ya mayúsculo reconocimiento literario, como lo simboliza haber obtenido el Premio Tanizaki, por la magnífica obra El cielo es azul, la tierra blanca, donde se evidenciaba su estilo minimalista en las descripciones y la inmensa capacidad y sutileza para recrear la complejidad de las relaciones humanas. La escritura de Kawakami es aparentemente simple, transparente, y de una gran precisión y belleza. Su prosa tiene una gran capacidad de crear imágenes, de sugerir más que definir en detalle. Relatos todos ellos melancólicos y con grandes dosis de escepticismo sobre la posibilidad de intercomunicación entre las personas. Sus personajes, a menudo, son seres especiales, carentes de certezas, imprevisibles y siempre poéticos.
En Los amores de Nishino (Alfaguara, 2017), habla de la imposibilidad del amor, de la frustración de no poder o no saber amar, de cómo en las relaciones interpersonales el grado de estima y de deseo no es casi nunca del todo compartido o equilibrado. Habla del derecho a enamorarse, más allá de la posibilidad de obtener este sentimiento de manera recíproca. Trata de las múltiples formas y senderos del amor, de la conquista y de la fijación amorosa, de cómo el otro siempre es alguien inalcanzable y, justamente por eso, más distante e incomprensible. Una novela imaginativa, llena de sensualidad, de silencios elocuentes y de historias que conmueven y emocionan. Un libro que habla de las múltiples caras del amor, pero también de sensualidad carnal, de espera, de soledad y de incomunicación. Trata de la complejidad de las relaciones humanas y de la importancia que van tomando con el tiempo la capacidad de evocación y de recuerdo. ¡Una delicia de novela!