Este es un libro que pone de manifiesto y nos advierte sobre las trampas y los peligros de las fantasías tecnologicistas, que nos dibujan un futuro inmediato donde en el mundo reinará una eficiencia absoluta de la mano del predominio de las tecnologías digitales y el datacentrismo. No es un libro contra la tecnología como instrumento que nos puede proporcionar mejoras en el bienestar, ni contra el mundo digital e Internet. Es un libro que habla del papanatismo tecnológico que va impregnando nuestro mundo y como una serie de gurús y visionarios de la tecnología de hecho, no hacen otra cosa que erigir y defender negocios de tipo monopolístico. Es una denuncia de la confusión entre fines y medios que a menudo preside el debate sobre el papel de las innovaciones, así como una pretendida neutralidad en el funcionamiento de los algoritmos de Internet, que distan mucho de ser tal. Es también la reivindicación de intentar responder a dilemas políticos, sociales y morales desde la razón antes que desde y la tecnología, ya que ésta no es nunca una variable independiente. Las posibilidades tecnológicas no nos las proporciona ni al azar ni la divina providencia, sino más bien el resultado de objetivos empresariales y de negocio que se pretenden enmascarar detrás un difuso concepto de «progreso del conocimiento».
Evgeny Morozov es un joven y muy interesante analista del mundo de Internet y de la tecnología, natural de Bielorrusia, pero radicado en Estados Unidos, que se ha distinguido en los últimos años en notorias aportaciones y reflexiones críticas sobre el predominio del mundo digital, y especialmente sobre unas expectativas tan desaforadas como peligrosas. A La locura del solucionismo tecnológico (Clave Intelectual-Katz, 2015), Morozov analiza el cómo y en base a que se ha construido la ideología del «solucionismo tecnológico» y la del «internet-centrismo», y como está derivando hacia obsesiones como la de rastrear absolutamente nuestra vida cotidiana en un intento de someter todas y cada una de nuestras decisiones en el uso de la minería de datos, o bien la introducción progresiva de incentivos lúdicos a lo que debería ser cívico, frivolizando y convirtiéndolo todo en un juego. El autor defiende que el diseño y el uso de la tecnología deberían responder a la satisfacción de necesidades humanas y sociales, superando un mundo en el que los recursos digitales a menudo se dedican sólo a buscar y presentar soluciones a problemas que ni tan sólo tenemos planteados. Hemos invertido el fin y los medios para conseguirla.