Gilles Lipovetsky. De la ligereza

Estamos ante una de las mejores y más profundas explicaciones sobre el espíritu dominante de nuestra época en el mundo occidental. De cómo una primera modernidad en la que predominaba el compromiso, las obligaciones, el rigor, la ética y la moral, la profundidad, la trascendencia, la pesadez en definitiva; hemos pasado a un mundo en que todos los aspectos de la vida tienen en común la característica de la ligereza, es decir, la provisionalidad, la liberación de toda obligación, la virtualidad, la frivolidad, el triunfo de lo que es evanescente. Esto se pone de manifiesto en la cultura del consumo, en la enseñanza, en las artes plásticas, en la tecnología o en las relaciones sexuales. El alivio de la vida personal tiene claramente dos caras. Por un lado se ha focalizado la búsqueda de la libertad individual, la comodidad, la indiferencia, lo que es cool. Pero la contrapartida es la falta de vínculos, la vacuidad y la superficialidad. El resultado de esta tensión entre el «soft» y la necesidad de referencias «hard» genera angustia, insatisfacción a nivel personal, pero socialmente acaba con el sentido de pertenencia al conjunto social, con un mínimo sentido de colectividad. Una civilización donde predomina sólo lo que es «ligero», termina siendo aberrante: desigualdad económica creciente, más fenómenos de exclusión social, aumento de la incultura, irrupción de la cultura de la violencia, desinformación, desconocimiento, inmoralidad, nuevos discursos políticos totalitarios…

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Gilles Lipovetsky es sin duda uno de los pensadores contemporáneos más interesantes. Filósofo y sociólogo, este intelectual francés ha escrito probablemente las mejores páginas sobre el vacío que impregna al consumidor compulsivo contemporáneo, el cual ha renunciado a su condición de ciudadano a cambio de una promesa de felicidad a través del consumo, que la único que le genera son dosis cada vez mayores de decepción. A De la ligereza (Anagrama, 2016), Lipovetsky hace un recorrido amplio sobre los múltiples ámbitos y maneras en que se impone el predominio de lo ligero, de la falta de solidez, de una apuesta por un movimiento constante que no lleva a ninguna parte. Una fuga continuada de nosotros mismos, para darnos cuenta finalmente que estamos instalados en una dinámica sin sentido. Su análisis, va en la línea del concepto de «modernidad líquida» de Bauman, pero lo lleva más allá y le da un mayor nivel de detalle y de transversalidad. También estaría en la línea de lo que esbozó, hace años, Milan Kundera en su libro La insoportable levedad del ser. No estamos ante una reflexión esteticista sobre la realidad, sino ante la percepción y la preocupación por el hecho de estar ante el imperio de lo que es efímero. Un gran libro

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