Un libro que trata de cómo la legislación mercantil se está imponiendo al derecho internacional basado en la defensa de los Derechos Humanos. De cómo se está configurando una arquitectura jurídica de la impunidad, al margen de los parlamentos nacionales y de la más básica noción de soberanía. De cómo las grandes corporaciones globales, en nombre de la libertad de mercado, están laminando la capacidad de los Estados de intervenir en pro del bien común y del bienestar de la mayoría. De cómo los grandes tratados de libre comercio (CETA, TTIP…) son instrumentos para armonizar los estándares laborales, económicos y medioambientales en sus niveles más bajos. De cómo los grandes temas ya no se discuten y se tratan en los Parlamentos, sino en oscuras comisiones de expertos y lobbistas. De cómo se privatiza la justicia para los grandes pleitos entre Estados e Inversores, de cómo los capitales exteriores obtienen un blindaje que los hace intocables. De cómo los Estados-Nación están perdiendo su soberanía y de cómo las élites globales han decidido poner los gobiernos a su servicio. De cómo se borra la noción de sociedad y de cómo la cultura mercantil lo invade y lo domina casi todo. No es éste un libro de derecho, aunque lo parezca por el título, y aún menos va dirigido a juristas. Es un libro donde se explica cómo se utiliza el Derecho contra los intereses colectivos, y de cómo defenderse de ello con la Política, pero también con el Derecho.
A Contra la lex mercatoria. Propuestas y alternativas para desmantelar el poder de las empresas transnacionales (Icaria, 2015), Juan Hernández Zubizarreta y Pedro Ramiro hacen un muy buen intento de hacer comprensible el poder real que están adquiriendo las grandes corporaciones transnacionales en los últimos tiempos, de cómo se blindan con un Derecho Corporativo Global que lo que hace es liberalizar absolutamente sus obligaciones empresariales, mientras obliga a las instituciones internacionales a que re-regulen sus derechos para hacerlos intocables por parte de los Estados. Así, la esfera política pierde toda capacidad de acción en favor de las personas, mientras los intereses privados se convierten en intocables. Las empresas resultan así sólo inducidas a tener comportamientos económicos, sociales, medioambientales y morales decentes en el marco de los códigos de Responsabilidad Social Corporativa, que no son más que declaraciones de buenas intenciones que, vinculadas a los departamentos de marketing, son sólo de cumplimiento voluntario y son las mismas empresas que autoevaluan su cumplimiento. Pura farsa ante la cual, los autores del libro proponen regulaciones y alternativas para un uso más social y equitativo del Derecho.