Un recorrido y una mirada diferente de los Estados Unidos, una road movie por la América menos transitada, un itinerario por las costuras de un país que es capaz de contener a la vez lo mejor y lo peor, una sociedad en la que la riqueza y el mal gusto se suelen dar de la mano y difícilmente logran enterrar las múltiples expresiones de la pobreza y la exclusión social. Andy Robinson realiza un recorrido por la Norteamérica profunda con un relato intenso y que literariamente funciona, pero que a la vez como nos tiene acostumbrados este periodista, con un rigor analítico que no suele ser abundante en el gremio, con una capacidad para evidenciar y explicar las cuestiones económicas nada frecuente. Su formación de economista en la London School supongo que tiene algo que ver. Su capacidad y solvencia ya quedó suficientemente demostrada en su libro anterior, Un reportero en la montaña mágica, donde hacía una inmersión en el mundo de las élites globales de la economía y en la función de los paraísos fiscales, de gran interés. Aquí estamos ante un magnífico ejercicio de «nuevo periodismo» donde por medio de cuestiones que pueden parecer anecdóticas, a través del retrato de realidades freaks, nos transporta a dimensiones de gran calado en la sociedad y la economía norteamericana, estableciendo relaciones personales y vínculos con la realidad catalana y española. El juego del título con el libro de Jack Kerouac (On the road) lo encuentro muy adecuado.
A Off the Road. Miedo, asco y esperanza en América (Ariel, 2016), este periodista afincado en Barcelona desde hace muchos años, aprovecha sus idas habituales en Estados Unidos como corresponsal itinerante de La Vanguardia, para retratar aspectos inéditos de la realidad americana, convirtiéndolos en los hilos que conducen a explicaciones más globales. Describe de manera magnífica el delirante mundo de Las Vegas, y lo hace utilizando la figura del magnate Adelson tan codiciado en Barcelona y en Madrid. Hace una incursión en el nuevo mundo de la guerra sin épica, practicada por drones a modo de videojuegos donde las víctimas son como las de siempre, pero donde los jugadores sacan a pasear al perro, llevan a los niños a la escuela y hacen horario de oficina. Se sumerge en la paranoia fronteriza y de las milicias que persiguen inmigrantes en Arizona y recorre los barrios marginales de ciudades imposibles e insostenibles como Phoenix. Habla de la comida-basura y de la obesidad de los pobres, del drama del hundimiento y falsa recuperación de Detroit, los procesos de gentrificación que viven muchos barrios de clases populares, de cuando Barcelona ponía como ejemplo de ciudad a Miami, capital la impostura cultural. Recorre también la conversión en espectáculo y la comercialización de las tragedias, hecho al que se tiene gran afición, así como al particularismo utopista de Vermont. Un libro muy, muy recomendable.