Estamos ante una gran y reciente novela sobre el Nueva York de los años setenta. Gran libro por su calidad narrativa y su capacidad evocadora de unos tiempos en que esta ciudad era un lugar fascinante y peligroso, también grande por la cantidad de escenarios que retrata y el número significativo de personajes que tienen lugar y se entrecruzan, pero también por ser un artefacto literario que bordea el millar de páginas. Como las buenas grandes novelas que son especialmente agradecidas de leer en verano a base de larguísimas dosis, si algo no se le hace el lector es larga. Con un lenguaje muy dinámico, a veces quizá algo alambicado, proporciona una visión panorámica del Nueva York de mediados de la década de los setenta, años en los que la fuerza del punk musical y vivencial tenía sus años de esplendor, así también el submundo de las drogas y de la delincuencia. Retrata el libro los escenarios de los ricos y potentados que viven en las mejores zonas de Manhattan, así como las zonas más degradadas en las que habitan una masa cada vez mayor de marginales y excluidos. El punto de inicio, como si fuera una novela negra, aunque no lo es, es un asesinato en Central Park la noche de Navidad de 1976, hecho a partir del cual abrirá varias líneas argumentales y una buena galería de personajes, todos los cuales acabarán evidenciando interrelaciones que, al principio no lo son tanto. Hay muchas historias en este libro, muchos retratos de una época y aportaciones «documentales» que la enriquecen.
Esta es una extrañamente sólida primera novela de Garth Hallberg, que hasta entonces había sido periodista y colaborador literario de varias publicaciones, además de un reconocido blogger. Con menos de cuarenta años, dibuja de manera minuciosa y portentosa una época que él no vivió, rindiendo culto a una figura musical ineludible del Nueva York de aquel momento, como fue Patti Smith. En La ciudad en llamas (Random House, 2016), Hallberg transita básicamente entre finales de 1976 y el 13 de julio de 1977, cuando un verídico gran apagón eléctrico sumió la ciudad en el más absoluto de los caos, con explosiones, saqueos, incendios provocados, agresiones y violencias de toda tipo. Unos hechos que evidenciaron las debilidades de esta gran ciudad, pero que en el libro son también la representación y metáfora de otros episodios cargados de simbolismo que vivirá la gran urbe. El libro, que tardó nueve años en ser escrito, ha tenido un lanzamiento e impacto literario a nivel mundial, impresionante y casi desconocido. Algunos críticos lo comparan al Tom Wolfe de La hoguera de las vanidades, aunque Hallberg no hace «nuevo periodismo», sino literatura en el sentido más clásico del término. Para otros, estamos ante el nuevo Don DeLillo como novelista de Nueva York. No sé, pero lo que estoy seguro es estar delante de una narrativa muy sólida, de un libro de lectura muy placentera y de un autor que nos dará muchas tardes de satisfacción.