Giuseppe Scaraffia. Los grandes placeres

Este es un libro sin ninguna pretensión definida, pero haciendo honor a su título resulta un gran placer su lectura. Un libro que habla justamente de aquellas cosas que pueden ser muy satisfactorias en la vida, definidas y explicitadas desde la filosofía, con multitud de citas literarias acertadas y precisas. Un auténtico canto a la vida escrito por un vitalista compulsivo como es su autor, justamente filósofo y profesor de literatura francesa en la universidad de La Sapienza de Roma. Ensayista habitual, hace un recorrido en este libro sobre todo lo que aunque banal, puede resultar para cada uno de nosotros una inmensa fuente de felicidad, o al menos lo ha significado para alguien. De los besos a las bicicletas, del café al champán, del chocolate a las drogas, de las buenas maneras a la excentricidad, de la embriaguez a la elegancia o de las flores a los olores. Todo un itinerario para dar sentido a unas vidas que, de hecho, lo tienen escaso; un modo «de amueblar el vacío» en las palabras introductorias del mismo autor. Como lo definía el cínico Cioran que llegado a Francia desde Rumania se dedicó a recorrer el nuevo país bicicleta: «Entre la utopía y el nihilismo hay un territorio de felicidad relativa, de tardes en bicicleta».

En Los grandes placeres (Periférica, 2015), Giuseppe Scaraffia nos proporciona un libro delicioso, lleno de sabiduría intelectual y de escepticismo vital. Una escritura que a pesar de no tener grandes pretensiones, va bastante más allá de la aparente simplicidad con que se presenta. Un ensayo divulgativo, divertido y recreativo, lleno de buena erudición y de sutiles sugerencias cargadas de pesimismo al modo de Victor Hugo: «El pasado sólo es hermoso en ruinas». Pocos como Voltaire, aunque entendiendo que lo superfluo es indispensable, están tan convencidos de la necesidad dehacer una apuesta por la simplicidad: «Trabaja sin pensar es la única manera de hacer soportable la vida». De manera un tanto pretenciosa, Hemingway opinaba que «a veces un hombre inteligente se ve obligado a emborracharse para poder pasar el tiempo con los imbéciless». La vida se desvanece en un momento después de una mezcla indigesta de placeres y de sufrimientos afirma el autor del libro haciendo profesión de fe del pesimismo. No hay realización posible para los individuos y, como afirma el dicho, los dioses satisfacen los deseos de aquellos a los que quieren castigar. Como aseguraba Dominique de Roux, «el deseo existe sólo en función de la nada». O en palabras de Somerset Maugham, «las cosas que se nos escapan son más importantes que las que poseemos». ¡Aleluya por el libro!

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