Mariana Mazzucato. El Estado emprendedor

Este es un libro de referencia que ha hecho mudar un poco algunos tópicos establecidos sobre la teórica mayor eficiencia y capacidad innovadora del sector privado en relación a un condenado sector público a ser ineficaz y derrochador. Un libro del que se ha hablado y se hablará mucho todavía, ya que propone de manera bien fundamentada el cambiar los parámetros de valoración -también de relación- entre sector público y sector privado, planteando establecer unos nuevos términos de relación simbiótica, lo por el que será necesario que los partidarios de «el menos Estado posible» reconozcan que son deudores de la acción innovadora de los poderes públicos cuando éste son conscientes de su papel de liderazgo y que el sector privado no hace sino beneficiarse de condiciones estructurales y de innovaciones de riesgo que se han hecho por el Estado y con el dinero de los contribuyentes. Si fuera así, puede que no quedaría tan autojustificado a los ojos de las corporaciones y de sus accionistas el ser tanto avariciosos a la hora de escatimar el retorno de lo que han recibido en forma de impuestos.

Mariana Mazzucato es una reputada economista italiana que imparte docencia universitaria en el Reino Unido. En El Estado emprendedor. Mitos del sector público frente al privado (RBA, 2014), esta keynesiana especializada en el estudio de la innovación y la contribución de ésta a la generación de nueva tecnología y al crecimiento económico, hace una reivindicación del papel clave que tiene la Estado en las economías capitalistas más desarrolladas y competitivas. A este no le corresponde sólo resolver los «errores del Mercado», sino de tomar una actitud activa en relación a la innovación, ya que es quien puede hacer -y de hecho hace- las apuestas emprendedoras de mayor riesgo, ya que éste es un papel que el capital privado rechaza asumir, siempre prisionero de obtener beneficios a corto plazo. Así toda la investigación básica a partir de la cual la empresa privada puede afrontar innovaciones aplicadas se sostiene con recursos públicos, ya que implica una opción, una dirección y unos recursos que operan en diez o veinte años vista, algo incompatible con unas inversiones privadas que no operan en escenarios de investigación que vayan más allá de los cuatro o cinco años para recuperarlas.

Así, buena parte de las innovaciones en el terreno de las tecnologías de la comunicación o de la industria farmacéutica se han hecho en investigaciones con fondos estatales. Sólo después los laboratorios farmacéuticos y las empresas tecnológicas han aprovechado esto para crear productos rentables económicamente y de mucho éxito. El problema, plantea Mazzucato, es que no hay reconocimiento para esta función del Estado y muchos de los grandes beneficiarios son los primeros en fomentar la difusión del pensamiento tendente a la reducción del intervencionismo estatal. Toda una paradoja que Apple, uno de los mayores beneficiarios de búsquedas y fondos estatales, se resista tan a devolver el esfuerzo público con las tributaciones fiscales que le corresponderían o bien Google disponga de un famoso algoritmo sobre lo que ha edificado un éxito que, en origen, es investigación realizada con fondos públicos. Detalla esta autora como el iPhone y el iPad dependen y utilizan diez grandes tecnologías generadas a nivel público. En el ámbito farmacéutico resulta también bastante insostenible que muchos contribuyentes que financian con sus impuestos los planes de investigación públicos, no se puedan pagar unos medicamentos carísimos que necesitan y que son su el resultado. Sin el dinero y la política gubernamental estadounidense, especialmente la de defensa, Silicon Valley no existiría. Es un hijo tardío de la Guerra Fría.

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