Quizá sería hora de gobernar

Las elecciones del domingo en Cataluña no han resuelto nada, al menos de manera concluyente, pero han evidenciado poderosos movimientos de fondo. El efecto Illa le ha funcionado al PSC, pero de momento es una victoria moral más que un cambio de paradigma fáctico. Medido en los tradicionales conceptos «processistes», la suma independentista puede hacer valer la mayoría, tal vez incluso conformar un Gobierno, pero difícilmente gobernará. Esto es algo muy diferente. La legislatura se terminó hace un año (presidente Torra dixit) por que los dos socios de coalición no se soportaban, se peleaban y confrontaban varias veces cada día. El desgobierno ha sido notorio y especialmente lamentable teniendo en cuenta los tiempos de pandemia. Ahora, los mismos, dicen que harán gobierno y que además será fuerte y estable. Se ve que para que esto sea posible incorporarán a la CUP que, como es sabido, es un tradicional partido estabilizador de sistemas. Las pretensiones políticas de unos y otros, especialmente en el terreno económico tienen tanta similitud como los huevos con las castañas. No hay que tener una gran imaginación para ver que, para Waterloo, lo que menos interesa es un gobierno efectivo y estable cuyo beneficiario sería ERC y a ellos se los condene al olvido. Laura Borràs irá doblando la apuesta para hacer las cosas imposibles y forzar unas nuevas elecciones que, entienden, podrían ganar una vez liquidado el PDCAT. Este es el cálculo y este es el relato. Otra cosa es que no se pueden permitir quedar como los que imposibilitan un gobierno independentista, porque lo pagarían en las urnas. La piel de este tipo de elector se ha demostrado muy fina. Tienen a ERC subyugada y en sus manos, en campaña se incorporaron a su estrategia y marco mental (mantenimiento estricto del bloque y cordón sanitario a los socialistas). ERC parece no haber entendido que siempre irá un paso atrás en la radicalidad, que tiene la batalla perdida. 

Resultat d'imatges per a "desgobierno"

Hay otra posibilidad, que es el de hacer un gobierno de izquierdas. Aunque esto pueda ser muy importante de cara a las políticas a implantar, lo es más que significaría romper la infernal y castradora lógica de los bloques y de la confrontación. El PSC y los Comunes han hecho su parte de este trabajo de desescalar el conflicto. Han propuesto en campaña, justamente y a pesar de los improperios que se les ha dedicado, superar el callejón sin salida de la melancolía y dotar al país de un gobierno transversal, fuerte, que busque puntos de encuentro, de consenso y acuerdo, para responder a lo que la sociedad catalana requiere ahora mismo. Pareciera que esto era posible hace unos meses o tan sólo unas semanas. En los últimos días de campaña a Esquerra le temblaron las piernas y los temores a la derrota le hicieron virar la estrategia y comprar el marco mental de la unilateralidad y de la polarización al que los llamaba el independentismo más recalentado del «lo volveremos a hacer «. Les ha servido para vencer en el combate interno del independentismo, lo que pasa es que el precio ha sido comprar el producto del adversario y perder centralidad y capacidad política. A veces el independentismo parece presentarse como una categoría por encima de la realidad y de los conflictos de clase, como si el elemento identitario obedeciera a una pulsión mística y bondadosa que superara proyectos ideológicos y de sociedad contrapuestos. ERC, no es sólo que pueda elegir o bien a derecha o izquierda y de entrada elige derecha, sino que significa apostar por mantener el conflicto, la polaridad y la fractura del país. Pero también para mantener la inestabilidad y el desgobierno que es inherente a los planteamientos de JxCat o bien de la CUP. El tripartito de izquierdas no significaría sólo ocupar el gobierno, que es sólo a lo que puede aspirar la estrategia independentista monolítica. Gobernar es otra cosa. Y esto, ahora y aquí, pasa por un acuerdo con Illa y con Albiach. Se puede hacer decir lo que se quiera a los resultados electorales, lo cierto, sin embargo, es que el voto independentista ha pasado de 2 millones de votos a 1,3 y representar sólo un 26% del censo electoral. Se precisaría valentía y aceptar la realidad plural y diversa de Cataluña. Poner el país por delante de los miedos ancestrales a ser tachado de «traidor». El patriotismo, concepto complejo y de dudosa existencia, tiene mas que ver con la grandeza de espíritu y la generosidad que con la justificación de misérrimos intereses particulares.

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