La Noche de Reyes, un incendio en un bloque de pisos en Badalona causó la muerte de tres personas y heridas a una treintena. Un incendio fortuito originado parece por la toma irregular de electricidad hecha en la zona de contadores del edificio. Hablamos de San Roque, barrio de pobreza y exclusión, de pisos patera para una inmigración que ha llegado huyendo de las carencias en sus lugares de origen y que acaba siendo víctima de los guetos de miseria a que los condenamos si pretenden hacerse dignos para recoger algunas migajas de nuestro mundo. Una tragedia que dura poco en nuestro punto de mira y atención, pues es gente sin nombre y sin raíces en una población y en una barriada que podría ser cualquier otra del extrarradio barcelonés. Mientras los Reyes repartían regalos en exceso a las criaturas saturadas de todo en los barrios y viviendas donde viven la gente acomodada, en un rincón cualquiera donde habita la desesperanza se consumían las vidas y las pocas expectativas de una gente que incluso se le pone a la contra al azar. No es el único caso de incendio doméstico debido al trampeo de la electricidad, especialmente cuando el frío fustiga. Los Bomberos hablas de que el 70% de los incendios en viviendas tienen que ver con problemas derivados de la pobreza energética. Un término éste que no significa que hay gente que sufre sólo una pobreza específica, sino la evidencia de que suma todas las dimensiones de la falta de todo y de la exclusión social. El concepto de «derechos humanos» pierde todo tipo de sentido cuando aceptamos que a nuestro alrededor haya gente carente de lo básico. Incluso les negamos la posibilidad de la dignidad.

Pero como nuestra miseria moral no tiene límite acabamos, además, culpándolos a ellos de su desdicha. Y por si no es suficiente, además los acusamos de poner en peligro nuestras «seguridades». Justamente en Badalona ya hay precedentes de poco honorables de discursos xenófobos que han dado un buen rendimiento electoral en el pasado. García Albiol que fue su alcalde gracias a que prometió «limpiar Badalona», este incendio de San Roque le permite volver activar las pulsiones más burdas de un cierto electorado. Tiene el discurso de campaña, a pocos meses de las elecciones municipales, ya hecho y encarado. La condición humana resulta preocupante. Aquellos que sólo sufren una «pobreza relativa», no hay nada que les guste más que poder recriminar y criminalizar a los que son pobres absolutos. Una pulsión animal que nos hace buscar siempre colectivos más desgraciados que nosotros, no para ayudarlos, sino para desmarcarnos y levantarlos a la categoría de culpables, aunque no se sepa explicar muy bien de qué. Lógicamente que la gestión de grandes flujos de inmigración no es sencillo, pero esto no tiene que ver con la práctica del sadismo hacia personas. Ahora Dinamarca ha preparado una isla, en extremo austera, para confinarlos. ¿En qué mundo vivimos?

Hay quien, ingenuamente, se pregunta cómo es que con lo que les espera siguen viniendo hacia aquí. Huyen de la miseria extrema, de la falta de todo futuro, buscando unas oportunidades más imaginarias que reales. Tienen poco que perder. Vienen a parar a otra tipo de pobreza, que es la pobreza moral. Un mundo donde conviven de manera extrema el exceso con la falta de todo, el despilfarro impúdico con la indigencia. Es la lógica de una desigualdad extrema la que no sólo los ha condenado a huir de su territorio, sino que los humilla cuando llegan y pretenden sólo construirse una vida que pueda ser digna de este nombre. Una buena parte de estos recién llegados, sólo conseguirán malvivir o morir en el intento.