La cultura digital está modificando de manera profunda nuestros hábitos, nuestros comportamientos, pero también la manera de pensar. Internet es mucho más que un complemento tecnológico que nos puede hacer nuestra vida más fácil. De hecho al promocionar y facilitar las relaciones sociales de tipo virtual, se están deformando e incluso desapareciendo las insustituibles relaciona cara a cara. La hiperconectividad del mundo digital nos está llevando a una deshumanización en unas relaciones personales que tienden a ser mucho más banales y superficiales. Nada puede sustituir el contacta humano, la mirada, la interacción. En el mundo virtual intercambiamos monólogos, mientras huimos del enriquecimiento que siempre supone la deliberación y los valores añadidos desde el punto de vista comunicativo que son los aspectos no verbales. En los últimos tiempos, algunos conocedores de la tecnología y de la psicología expresan su preocupación por la incorporación acrítica y sin filtros que hemos hecho del mundo digital, lo que puede provocar y de hecho ya se ven sus efectos pérdida de habilidades sociales, incapacidad por los razonamientos complejos, falta de empatía y aislamiento personal y social. El smartphone convertido en un apéndice de nosotros mismos, cambia nuestra realidad, la adquisición de conocimientos, la sociabilidad y, también, la sentimentalidad. La conversación real entre las personas ha sido el instrumento más importante para conformar nuestra personalidad a lo largo de los tiempos. Ahora la hemos sustituido por un simulacro, los efectos de lo cual son bastante negativos.
En el libro En defensa de la conversación. El poder de la conversación en la era digital (Ático de los Libros, 2017), esta psicóloga e investigadora norteamericana, profesora del MIT, analiza de manera detallada y profunda las consecuencias predominante desastrosas que está teniendo la pérdida de la conversación los últimos años, especialmente entre eso que se conocen como las «generaciones digitales». La tecnología digital está amputando una de las actividades fundamentales que han servido para definirnos y construirnos como individuos. Como las interacciones sociales virtuales -mail, whatsapp, redes sociales…- están desplazando la relación personal en el trabajo, la amistad, la familia, las relaciones amorosos, en la educación o en la política, sin ser conscientes de que estamos destruyendo los nexos que han servido para empastar las relaciones sociales y para constituir tanto la sociedad como la noción de ciudadanía. Una llamada a reflexionar sobre los efectos no siempre deseables y poco neutros de la tecnología, la que solemos incorporar a nuestras vidas sin plantearnos no sólo si sirve realmente para resolvernos algún problema real, sino ni siquiera si nos está creando nuevos. Un libro de gran interés, escrito por una de las teóricas de referencia sobre la construcción y deconstrucción de la identidad en la era de Internet.