Hace ahora un año de la publicación en castellano de un fascinante libro, Peste & Cólera de Patrick Deville, que para muchos significó el descubrimiento de un narrador extraordinario y nada común, maestro de un cruce de géneros literarios donde se entrelazaban la novela, la historia, el relato biográfico y la divulgación de innovaciones primordiales en el mundo de la ciencia de la primera parte del siglo XX. Su éxito editorial en España ha llevado a la editorial a traducir un libro anterior que había publicado en francés en 2009, donde ya se ponen las bases de un estilo literario original, construyendo una especie de epopeya descrita desde puntos de mira diversos sobre la colonización africana del siglo XIX por parte de las potencias europeas, así como los efectos que el desproporcionado «choque de civilizaciones» generó en estos territorios y su gente hasta nuestros días.
Con Ecuatoria (Anagrama, 2015), Patrick Deville sigue los pasos del explorador italiano al servicio de Francia Pierre Savorgnan de Brazza, que fundó la capital del Congo, y todo su periplo siguiendo el curso y los entornos de los ríos Ogooué y Congo, abriendo la vía de colonización del África Ecuatorial, en una especie de paralelismo de paisajes y de situaciones con el mundo que Joseph Conrad describe en El corazón de las tinieblas, estableciendo un juego literario de referencias muy elocuente. El arranque de la novela se sitúa en la inauguración de un faraónico mausoleo dedicado a Brazza en la capital congoleña, que fue muy controvertido por su significación. Este episodio permite al autor poner en marcha un mecanismo complejo tanto para describir el oscuro mundo de la colonización africana a fines del siglo XIX, como los efectos y vestigios de tan sórdido episodio histórico hasta nuestros días. Una oportunidad para hacer desfilar las grandes figuras de la colonización, así como los líderes que encarnaron y dirigieron la convulsa descolonización. Un libro sugerente para un recorrido humano y geográfico donde los límites de la historia y de la ficción no son nada precisos; ni falta que hacía.