El pájaro y sus alas

Como no podía ser de otra forma, Elon Musk ha entrado en Twitter haciendo ruido. Le gusta ser singular y al mismo tiempo disfrutar de formas autoritarias. No se conforma con ser rico y poderoso, quiere que se note exhibiendo formas variadas de prepotencia. Afirma querer cambiar el mundo. «El pájaro ha empezado a volar», ha dicho de la nueva era que inicia la red social. El trumpismo mundial está de enhorabuena. No tanto los partidarios de la gratuidad. La plataforma será de pago. A cambio, te ahorrarás publicidad y podrás publicar todo tipo de fantasías y animaladas sin límite. Esto es progresar.

Quien más quien menos está en Twitter. La red social más influyente, aunque no sea la más numerosa. No tiene más de 15 años de historia, pero las dinámicas que se crean en esta trama de microblogging condicionan sin duda la política, pero otras muchas tomas de decisiones en nuestro mundo. Aparentemente un espacio de opinión libre y contraste de puntos de vista, que funciona en realidad como un universo de presión y de manipulación. Parece una plaza pública, pero el anonimato de los opinadores hace que el todo acabe siendo rudo y poco razonable, donde las dinámicas de falsedad, difamación y persecución resultan estremecedoras. El comportamiento grupal en forma de manada que tiende a acentuar y priorizar las posiciones extremas es muy grande, como es que una parte de los actuantes son perfiles falsos automatizados -bots-, preparados para contraatacar de manera sistemática a determinadas personas o argumentos. Unos pocos individuos y máquinas organizadas pueden crear fácilmente sensaciones de pensamiento dominante y convertir temas irrelevantes en trendig topic. Hay quien se cree socialmente influyente porque hace cuatro tuits llamativos y algunos políticos en estos momentos son poco más que profesionales de lanzar mensajes ocurrentes. Tras tiras y aflojas, Musk lo ha comprado por la increíble cantidad de 44.000 millones de dólares. Una excentricidad, una plataforma para ser influyente. Oiremos hablar de ello.

Elon Musk es una de las figuras más relevantes y llamativas de las nuevas grandes fortunas amasadas a partir de iniciativas tecnológicas. No le adorna la discreción que suelen lucir grande los patrimonios ancestrales. Un personaje egocéntrico y con un cuadro de narcisista de manual. Le gusta exhibirse públicamente de forma arrogante y opinando de forma atrevida cuando no puramente temeraria. No pertenece al núcleo duro de Silicon Valley. Actúa como un verso suelto y con la frivolidad que le posibilita disponer de una fortuna valorada en cerca de 240.000 millones de dólares. Empezó a notarse y enriquecerse con la plataforma de pago electrónico Pay Pal y se ha hecho popular con los coches Tesla, producto muy pretencioso que ha resultado menos disruptivo de lo anunciado. Sus principales intereses son ahora los viajes al espacio, con SpaceX, o de inteligencia artificial por medio de NeuraLink. También juega su papel en la guerra de Ucrania con el sistema de satélites Starlink que proporcionan conexión a las tropas ucranianas y que ahora amenaza con retirar. Hombre muy cambiante y poco amante de pagar impuestos, ha ido desplazando sus sedes a Estados Unidos para contribuir muy poco al erario público. Liberal extremo, se le sitúa dentro de lo que se llama el anarcocapitalismo. Su vocación es sustituir el papel de lo público y reducir el peso de las administraciones al mínimo. Justamente, su apuesta por Twitter la hace, afirma, en la defensa de la libertad absoluta en los tuits, sin limitación alguna en una plataforma ya de natural muy reacia a moderar y bloquear mensajes y cuentas problemáticas. En contrapartida, afirma que eliminará los perfiles falsos que actúan de forma robotizada y se compromete a hacer más transparente y mejorar un algoritmo de visualización que funciona de forma muy sesgada.

Nos guste más o menos Twitter juega el papel de sustitutivo de la plaza pública. Muy en la cultura de nuestro tiempo, reduce el debate a formulaciones básicas cuya finalidad no es aportar luz, conocimiento, sino crear impacto. Un espacio en el que todo el mundo puede expresar su opinión, aunque no tenga ninguna formación ni criterio. El nivel de la conversación tiende a igualarse por la parte baja y donde el insulto, la zafiedad, la falsedad y el desprecio campan de forma triunfante. Con Musk, todo esto seguro que no va a mejorar.

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s