El sentido del rumor

Los rumores, las noticias falsas, los intentos de intoxicación…, son inherentes a cualquier sociedad, pero nunca habían sido tan dominantes e inseparables como lo son ahora. Nos conforman. Antaño, se atribuía el predominio de la rumorología por encima de la información a una cuestión justamente de escasez de información fundamentada y veraz. El mundo de internet ha demostrado que esto no es así, que, a mayor bombardeo de impactos, más vulnerables nos volvemos a la falsedad y la posverdad; resulta imposible desentrañar la verdad de lo falaz entre tanto ruido ambiental. Nuestra perplejidad y desorientación nos induce a tomar partido más por cuestiones emocionales que estrictamente racionales. Internet y muy especialmente las redes sociales nos inducen a encerrarnos en burbujas y a escuchar las opiniones sólo de manera selectiva. Vivimos en una caja de resonancia que nos impulsa de manera inevitable a escuchar, creer y ampliar los rumores falsos que se difunden en nuestro entorno. Es cierto que en microsegundos podemos tener información veraz de contraste, pero en la lógica de las redes, difícilmente la verdad llega a sobreponerse a una mentira. Según el Pew Reserch Institute, el 93% de los estadounidenses creen que los árabes destruyeron el World Trade Center, mientras que sólo el 11% de los kuwaitíes piensa que los terroristas árabes fueron los autores.

Tal vez es el jurista estadounidense Cass Sunstein quien mejor ha sistematizado como se produce la creación y propagación de la rumorología en el mundo de la Red. El rumor nace y circula con éxito en la medida en que haya un caldo de cultivo, unas convicciones previas de los que los aceptan y los apoyan. Quien los origina lo sabe. La progresión geométrica de la difusión en Internet hace el resto. Es el fenómeno de la viralidad. El rumor se difunde en primer lugar en forma de «cascada social». Si la mayoría de la gente que conocemos lo valida, nosotros también nos inclinaremos a creerlo. Cuanto menos sepamos del tema, más predisposición a la creencia. Internet es ideal para esto. En Youtube los vídeos más populares atraen cada vez más la atención no porque sean buenos sino por populares. Típico efecto rebaño.

Resultat d'imatges per a "rumores""

Una segunda forma de difusión del rumor es lo que Sunstein llama la «polarización de grupos». Cuando se discute en las redes desde la afinidad intelectual, la tendencia es a extremar las posiciones, mientras se rechazan los argumentos contrarios sólidos por una propensión a la «asimilación tendenciosa». Se niega todo aquello que contradigan las convicciones nuestras y del «grupo». El intercambio de información en una misma línea intensifica las creencias preexistentes. Nuestras opiniones se fortalecen cuando las corroboran y, cuanto más se fortalecen, tienden a volverse más extremas. También la preocupación de la gente por su reputación puede incrementar el extremismo, ya que queremos que se tenga una buena opinión de nosotros, y no aparecer como pusilánimes.

Se vive cómodo en la ignorancia. El mismo proceso que crea informaciones falsas, las hace muy resistentes a la corrección. Cuanta más información veraz en sentido contrario, más nos anclamos en el prejuicio inicial. En el fondo es un fenómeno de «disonancia cognitiva». Buscamos y creemos la información que nos da placer, y evitamos y rechazamos la que encontramos perturbadora. También se pone en marcha un mecanismo de «cascada de conformismo». Queremos estar integrados en nuestra tribu digital y afirmar que creemos lo que los demás creen. Funciona el mecanismo clásico de «espiral del silencio». La mayoría de la gente tiene un miedo natural al aislamiento, y en manifestar opiniones trata de identificarse y luego sumarse a la opinión mayoritaria, a la que se denominará «consenso». Quien principalmente crea el consenso son los medios de comunicación, los cuales generan el clima de opinión general que prevalece en un momento dado. Nos falsificamos el conocimiento a nosotros mismos para no estar en desacuerdo con la opinión de la masa y sentirnos plenamente integrados y valorados. Los animadores de los grupos de whatsapp también hacen esta función estimuladora en la conformación del grupo y de una cierta intimidación hacia la discrepancia. Las redes sociales más que libertad, nos encasillan y proporcionan multitud de mecanismos de inducción y control. Tendemos a atrincherarse en «verdades funcionales», aunque sean falsas de manera muy evidente.

Un comentario

Deja un comentario