La trampa de la radicalidad

Tras meses de reflujo del proceso catalán hacia la independencia, tanto por el agotamiento del propio discurso al no cumplirse las expectativas generadas, como por un tira y afloja de intereses partidistas y particulares bastante singulares entre los protagonistas, la proximidad de contiendas electorales les ha llevado a hacer un intento de revitalización, aunque sea sólo mediática, del independentismo como elemento central del debate político. La nueva «hoja de ruta» -nombre con connotaciones náuticas y de determinismo en el camino hacia un destino preestablecido- que han aprobado Convergencia y Esquerra, además de las entidades de la sociedad civil que las acompañan, significa un salto de radicalidad donde se convierten en determinantes unas próximas elecciones catalanas en las que se da carácter plebiscitario, para establecer un calendario para la construcción del estado independiente en 18 meses. Se deja así en la cuneta el concepto ampliamente compartido por la ciudadanía del «derecho a decidir» y de un referéndum acordado y vinculante, lo que requiere que la ciudadanía de Cataluña decida, de manera informada, clara y consciente, cuál es el futuro que quiere para su país y si se construye algún tipo de articulación o pacto renovado con el Estado, o bien nos devolvemos mutuamente las joyas de la abuela.

Esta radicalización del relato soberanista no hace sino evidenciar la debilidad manifiesta no tanto de este planteamiento, como de las expectativas electoras de Convergencia y Esquerra, que son sus signatarios partidistas. Un acuerdo coyuntural entre dos fuerzas con divergencias evidentes, pero que necesitan aferrarse al eje del Proceso para salvaguardar una hegemonía cultural y política que si bien ha parecido bastante clara durante un tiempo, ya hace meses que se ha visto desbordado por aquellos discursos políticos que plantean cambios sociales, económicos y de funcionamiento democrático y político de bastante mayor calado. Durante tres años el mainstream catalán se instaló en el soberanismo y el derecho a decidir, en una especie de pensamiento único que obviaba la pluralidad y amplitud de la sociedad catalana, en la típica confusión entre opinión pública y opinión publicada. No nos engañemos, es más bien el electoralismo que no el patriotismo lo que ha conducido a la última hoja de ruta, lo que ha generada que sean menos los firmantes y más pequeña la fotografía. A pesar del carácter fantasioso del papel, resulta paradójica la sensación que, en realidad, Convergencia se afana hace tiempo por encontrar un camino de salida del trayecto en el que se ha enredado y dónde continúa siendo poco creíble, para volver a la centralidad y la política del «pájaro en mano».

 

Convendría que las izquierdas culturales, sociales y políticas catalanas hicieran un planteamiento adecuado, un relato propio, para poder superar el callejón sin salida en que nos han situado la incapacidad del Estado para dar vía política a los anhelos y frustraciones de la ciudadanía, como aquellos que han planteado un escenario y sobre todo un camino poco plausible que no está haciendo sino profundizar en el desengaño. La izquierda que pretende ser transformadora no debería caer en la adscripción acrítica hacia un discurso que o bien es una trampa y una maniobra de distracción para que las cosas sigan social y económicamente iguales en Cataluña, o bien un espejismo el acceso al cual se plantea de manera poco realista. Necesitamos un horizonte bastante diferente a nivel social ya nivel nacional y se hace imprescindible de dibujarlo. El todo o nada, suele ser el inicio de la acomodo en la nada.

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s